DISCURSO Semana del 17 al 23 de Abril 2023 – 5 MIN
Lección Nº 20: Hacer una buena conclusión.
Título: “¿Qué haces cuando un estudiante nos pide un consejo?
“Las comparaciones son odiosas” ¿Alguna vez hemos escuchado este refrán o incluso lo hemos empleado o pensado? ¿Qué es lo que significa? Pues significa que a nadie nos gusta que nos compare con alguien, de hecho, muchas veces esta expresión se usa medio a malas, como… si yo fuese tú no haría esto, o tal persona haría esto en tu lugar… a todos nos suena…
Y lo cierto es que es una expresión no nada cristiana ni un pensamiento amoroso o humilde de parte de un siervo de Dios. ¿Por qué empezamos así este discurso? Porque tenemos que tener cuidado cuando un estudiante o cualquier otra persona nos pide un consejo. Lo primero que puedes sentir, es sentirte bien contigo mismo porque ahora una persona te pide ayuda y que le aconsejes y es como si tú mismo vivieras la circunstancia que te narra tu estudiante y dirás: “pues mira, tienes que hacer esto, y después esto y luego lo otro”. ¿Por qué? Porque te has puesto en su lugar y es lo que harías, o porque por experiencia has pasado por algo similar y es lo que hiciste… pero, ¿es eso un consejo correcto o teocrático?
No lo es. Tampoco quiere decir que esté mal o sea mal intencionado, pero desde luego no es lo que nos enseña la Biblia sobre cómo aconsejar a los demás a o nuestras estudiantes… recordemos que nosotros también fuimos estudiantes, aún naciendo en la verdad, aprendimos y nos aconsejaron… ¿cómo lo hicieron?
Hay varios factores aquí envueltos:
- Dios nos dio libre albedrío. Gálatas 6:5, si me acompañan a leer, allí dice: “Porque cada uno llevará su propia carga de responsabilidad”.
- Dios nos proveyó un ejemplo perfecto, su hijo Jesús que vivió situaciones muy difíciles.
- Dios nos regaló su palabra inspirada la Biblia con consejos para toda situación.
- Dios nos enseñó personajes bíblicos que fueron buenos y malos, que fueron ejemplos de cómo hacer bien las cosas, y otros ejemplos de cómo no hacerlas.
Todo ello a lo largo de miles de años de historia. Actualmente la vida de los humanos se limita a 60-100 años en los mejores casos. Podemos estar seguros hermanos que en miles de años de historia, por mucho progreso social que haya entre ambas épocas, en la Biblia encontraremos todas las situaciones que vivimos actualmente, extrapoladas evidentemente.
El texto que leímos anteriormente de Gálatas 6:5 dice que cada persona llevará su propia responsabilidad de carga. Es decir, debemos aconsejar no decir qué tiene que hacer el estudiante, y aconsejar por medio de la Biblia y los recursos teocráticos que mencionamos en los factores. Si no lo hacemos así y nos basamos en nuestras propias conclusiones o nuestra experiencia terrenal estamos influyendo negativamente en la decisión que tomará nuestro estudiante provocando una carga de responsabilidad no cristiana al no basar su acto completamente en lo que Dios quiere.
Y por otro lado, nosotros nos estamos generando otra carga de responsabilidad, que es la de supeditar los actos de nuestros estudiantes a tomar decisiones según lo que nosotros pensamos o queremos y no lo que quiere completamente Dios. Por lo que estaríamos haciendo lo que vamos a leer en Gálatas 1:10… allí dice: “¿Estoy tratando de ganarme a los hombres, o a Dios?” ¿Nuestro estudiante, nos tiene que agradar a nosotros o a Dios? ¿Acaso estoy tratando de agradar a los hombres? ¿Estaremos confundiendo a nuestro estudiante incitándole a hacer lo que nosotros consideramos o lo que quiere Dios?.
Cada persona es diferente, cada situación es diferente, por muy similar que sean nuestras experiencias o por mucho conocimiento o sabiduría que pensemos que tenemos, no es así. Es más, si somos siervos sabios seremos conscientes de nuestras limitaciones, de la importancia, responsabilidad y obligación qué es que un estudiante nos pida consejo, de que siempre hay factores que se nos escapan y que por ello, el mejor consejo que podemos dar no es el que sale de nuestra boca, sino el que leemos en la Biblia.
En muchas ocasiones ni siquiera es enseñarle un texto concreto, ya que le estaríamos diciendo en cierto modo qué tiene que hacer. En la mayoría de ocasiones, nuestro mejor consejo es orientar al estudiante sobre dónde debe buscar él mismo el texto que le llega al corazón y en caso de que no sepa bien interpretarlo, ayudarle en la investigación del mismo hasta que él mismo llegue a la conclusión de la esencia del texto.
De esta forma estaremos orientando y aconsejando bien, como quiere Dios, al estudiante, porque él mismo, está hallando las respuestas que buscaba y nosotros solamente hemos orientado la investigación en lo que consideramos mejor para el estudiante, pero el alimento sólido lo está ingiriendo directamente él, sin terceras partes implicadas como dice Hebreos 5:14 que leemos para concluir:
“En cambio, el alimento sólido es para personas maduras, para las que con la práctica han entrenado su capacidad de discernimiento para distinguir lo que está bien de lo que está mal”.
Aconsejar no es decir esto esta bien o esto está mal, es entrenar al estudiante para que él mismo responsa y le llegue al corazón el alimento sólido que necesitaba cuando nos pidió consejo, de esta forma, a su vez, fortalece su fe al ver la mano activa de Dios cuidándolo en todo ámbito de su vida.