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    SJ
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    TESOROS DE LA BIBLIA: “Desahóguese con Jehová”.

     

    Tenemos el vídeo introductorio para Samuel esta semana con una duración de unos 5 minutos con 30 segundos por lo que el discurso de demostración para Tesoros de la Biblia de esta semana será de aproximadamente 4 minutos y medio.

     

    Nos adentramos esta semana en el análisis de un nuevo libro, el primero de Samuel en el que veremos interesantes y muy valiosas lecciones como acabamos de ver en el vídeo introductorio. En este discurso en particular veremos cómo podemos desahogarnos en Dios por medio del ejemplo de Ana.

     

    Ana le oró mucho a Jehová, y largo y tendido. Vamos a leerlo directamente de la Biblia en 1 de Samuel 1:10, el 12 y el 15. En estos versículos podemos leer:

     

    “Ana, profundamente angustiada, se puso a orarle a Jehová y no podía dejar de llorar. Ella estuvo allí orándole a Jehová un buen rato mientras Elí observaba cómo movía los labios.  Ana le respondió: “¡No, señor mío! No he bebido ni vino ni ninguna otra bebida alcohólica. Es que estoy sufriendo mucho y por eso le estoy abriendo mi corazón a Jehová.”

     

    Ana es un ejemplo perfecto de cómo tienen que ser nuestras oraciones, de cómo tenemos que desahogarnos con Jehová. Y de esta forma, estas oraciones tan profundas y sentidas también llegan al corazón de Dios y nos ayuda. No debemos caer en oraciones rutinarias. Oramos muchas veces a Jehová en el día, como cuando vamos a comer, pero esto no significa que siempre tengamos que decir lo mismo, que lo hagamos por costumbre o que sean rutinarias.

     

    Cada oportunidad que tenemos para comunicarnos con Dios debemos aprovecharla al máximo para estrechar nuestra relación con él. Hemos de buscar momentos en el día para hablar con Dios y abrir nuestro corazón como hizo Ana.

     

    Jehová quiere justamente esto, que le hablemos de forma bondadosa, con franqueza y directamente del corazón. No quiere frases memorizadas o rutinarias, o monótonas, sino que nos expresemos sin reservas, tan como un hijo cariñoso se expresa con su padre.

     

    Con la oración, estamos echando sobre él, sobre Jehová, todas nuestras inquietudes, porque Dios se interesa por nosotros, tal como dijo el apóstol Pedro.

     

    Y tal como hizo Ana, dejando sus problemas en manos de Jehová. Una vez lo hizo, la tristeza que tenía desapareció de su cara como vamos a leer en 1 de Samuel 1:18:

     

    “Y ella le contestó: “Que esta sierva tuya tenga tu favor”. Entonces se fue y comió, y la tristeza desapareció de su cara.”

     

    Y es que, cuando le contamos a Jehová lo que nos preocupa de corazón, nos sinceramos con él y le contamos nuestros problemas con sinceridad podemos estar seguros que nos ayuda.

     

    Además, es bueno hacer peticiones concretas. Aunque Jehová sabe lo que necesitamos en todo momento y lo que es mejor para nosotros, hacerle peticiones concretas sobre lo que necesitamos es una forma de abrir nuestro corazón y de ver la mano de Jehová, de ver cómo arrojamos sobre él nuestra carga como hizo Ana y como nos dice el apóstol Pedro.

     

    Por tanto, hemos visto que la oración es la mejor forma que tenemos para descargar nuestras inquietudes sobre Dios y que nos ayude a sobrellevarlas. Ana lo hizo, y aunque sus problemas no desaparecieran de inmediato, se vio aliviada en ese momento porque Jehová la sostuvo.

     

    Jehová, es nuestro Padre celestial, y sobre él podemos arrojar nuestra carga. Quiere lo mejor para nosotros, somos sus hijos y no le gusta vernos sufrir y por eso nos sostiene como vamos a leer en Salmo 55:22.

     

    “Arroja tu carga sobre Jehová, y él te sostendrá. Jamás permitirá que caiga el justo.”

     

    Arrojemos nuestra carga sobre Jehová, si así lo hacemos y nos sinceramos en oración con él, nos sostendrá y nunca permitirá que la persona justa que le sirve, le adora puramente, le obedece y lo ama, caiga. Para que esto sea posible, tenemos que imitar a Ana y confiar plenamente en que nos dará y proveerá todo lo que necesitemos, confiar en que es nuestra roca fuerte, nuestro refugio, nuestro escudo protector. Salmo 62:8 nos dice:

     

    “Confía en él todo el tiempo, oh, pueblo. Derramen su corazón delante de él. Dios es un refugio para nosotros. (Sélah).”

     

    Confiemos siempre en Jehová, demostrémoselo por oración, derramemos nuestro corazón y sentimientos en nuestras oraciones y Dios será nuestro refugio siempre.

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